España ha desarrollado varias transformaciones económicas a lo largo de la historia, pero pocas épocas han sido tan determinantes como el paso de la autarquía franquista al llamado "Milagro Económico Español" en los años 60. Este periodo fue muy significativo para España ya que marcó un antes y un después en el desarrollo económico del país, sentando las bases para la España moderna.
Tras la Guerra Civil (1936-1939), España adoptó un modelo económico autárquico. Este sistema, basado en la autosuficiencia y el control estatal, pretendía reducir la dependencia de las importaciones en un contexto de aislamiento internacional debido al régimen franquista y las tensiones de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, la autarquía tuvo efectos negativos, como por ejemplo la escasez de bienes básicos o el retraso en la industrialización.
La necesidad de un cambio llevó al régimen a implementar el Plan de Estabilización de 1959, que marcó el inicio de la apertura económica. España realiza una reforma fiscal y un nuevo tipo de cambio para la peseta. Además en 1958 es admitida en el Fondo Monetario Internacional, pero sigue atravesando una situación critica, por lo que siguió tomando medidas para solucionar la situación. Se aplicó una nueva política monetaria restrictiva, el banco de España restringió la emisión de dinero para controlar la inflación y se aumentaron los tipos de interés para limitar el crédito. Otro factor muy determinante de cara a la inversión extranjera fue la eliminación de las barreras de entrada, facilitando a empresas internacionales invirtieran en sectores claves de la economía. En el año 1959 cayeron con fuerza la inversión el consumo y el PIB, por lo que aumento el paro y los ingresos de los trabajadores disminuyeron un 25%. En estos momentos se intensificó la emigración y muchos españoles abandonaron el país en busca de un trabajo y una nueva vida.
En torno a 1960 comienza el Milagro Económico Español, la económica empezó a crecer gracias al turismo, las inversiones extranjeras y la gran expansión de la industria. España se convirtió en un destino turístico clave lo que generó una gran cantidad de ingresos y empleos. Por otro lado la llegada del capital extranjero permitió modernizar la industria y mejorar numerosas infraestructuras. El PIB comenzó a subir en grandes cantidades superando algunos años el 7%. Sin embargo, este crecimiento también generó desigualdades regionales, concentrando la prosperidad en áreas como Cataluña, Madrid y el País Vasco.
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